La persona que experimenta una infidelidad necesita recurrir a un tercero, en este caso a los detectives privados para solicitar ayuda; el cual aparece como el profesional que puede ayudar a una persona a generar aquellos elementos de certeza y verdad que le permiten dejar de sufrir por el engaño o presunto engaño de su compañero o compañera mediante una investigación.
Los clientes que recurren a detectives privados para tratar de desenmascarar una infidelidad son de muy diversa índole, aunque es verdad que hay más hombres que mujeres. De forma casi única, la relación detective-contratante comienza con la típica sospecha “mi marido (o mi mujer) sé que tiene algo". A continuación, y una vez descritos todos los datos de interés sobre el objeto del trabajo como sus características físicas, trabajo, círculo social, amigos…, se pone en marcha la investigación.
Las pruebas son concluyentes en la gran mayoría de los casos y a veces salta la sorpresa. Durante la investigación, y conforme se va acercando el final, algunos clientes piden un informe muy detallado, otros quieren saber cómo ha transcurrido paso a paso, pero también hay muchos que se arrepienten a mitad de camino porque prefieren no enterarse de la infidelidad, haciendo justicia al refrán que nos advierte “ojos que no ven corazón que no siente”.