Los sabotajes digitales, los robos masivos de datos electrónicos, los ataques de denegación de servicio en webs corporativas, las amenazas a la mensajería instantánea en entornos domésticos y empresariales, fraudes informáticos..., son sólo algunos ejemplos que muestran la creciente sofisticación de la amenaza digital. Es precisamente en este contexto en el que muchas agencias de detectives han decidido adaptar su oferta de servicios disponibles a actividades que tienen lugar en los nuevos medios digitales. Estos detectives han entendido que la prueba electrónica que permiten obtener las nuevas tecnologías constituye una nueva herramienta procesal de extraordinaria utilidad para empresas, para responsables de recursos humanos o de seguridad, y para abogados.
Nuevas necesidades, nuevos detectives, nuevas agencias
Esta aparición de nuevas necesidades y de incorporación de nuevos servicios está teniendo 2 fuertes implicaciones en el conjunto del sector. Por un lado, está fomentando la aparición de algunos perfiles de detectives diferentes a los tradicionales, con formación específica en ingeniería (informática, electrónica, telecomunicaciones, etc.), lo que les confiere la capacidad de manejarse con total fluidez en el cada vez menos anónimo entorno digital. Los nuevos detectives digitales han de saber a qué fuentes acudir para obtener la información, independientemente del formato y el medio de transmisión empleado, han de encontrarla en muy breve espacio de tiempo y han de saber cómo analizar posteriormente la información recabada.
Por otro lado, se está favoreciendo la aparición de un nuevo tipo de agencia de detectives, plenamente orientada a trabajos digitales, que prácticamente no pisan la calle (eluden los servicios de vigilancias, por ejemplo), y que centran su portfolio de servicios y su experiencia en el trabajo con los equipos informáticos de sus clientes.
Algunas de estas nuevas agencias de detectives informáticos trabajan únicamente sobre los ordenadores y servidores informáticos de sus clientes, en la mayoría de los casos grandes empresas y PyMEs. De esta forma son capaces de detectar el espionaje industrial en una empresa, controlando el correo electrónico de los empleados sospechosos, o de rastrear la actividad de directivos que pudieran estar ingresando comisiones ilícitas, e incluso de conocer por el análisis de un portátil de un gestor de la creación de una empresa B para desviar parte de la actividad de una compañía.
Los delitos digitales
Otras modalidades de delito especialmente dañinas para las empresas son el phishing (intentos de suplantación de las cuentas personales), e-bulling (acoso moral a través de Internet, por ejemplo), el uso fraudulento de recursos corporativos, las amenazas o injurias e intrusiones en sistemas de información, la fuga de información privilegiada por parte de empleados que trabajan en secreto para la competencia o con intereses dañinos para la firma, las difamaciones por correo electrónico, la competencia desleal, o los daños a terceros a través de mensajes de correo electrónico, llamadas o SMS.
Aunque no todo son investigaciones de actividad ilícita, por medios electrónicos muchas agencias de detectives son capaces de ofrecer a sus clientes información privilegiada de gran valor añadido, como por ejemplo: información relevante en fusiones o adquisiciones, control de absentismo laboral, investigaciones de mercado relacionadas con las estrategias de la competencia (precios anormalmente bajos, eludir el pago de impuestos, etc.)…
La extraordinaria capacidad de eludir los controles normales de algunos ciberdelincuentes y la incapacidad real de los departamentos internos de las empresas o instituciones atacadas hacen necesario que muchas de ellas ya dispongan de asesoramiento forense para la prevención y, en caso necesario, para la investigación de estos hechos. Dada la sofisticación de los nuevos delitos y de los nuevos métodos para captar información las empresas están dedicando una parte relevante de sus recursos a prevenir posibles problemas. Las pruebas electrónicas son fundamentales en la prevención y posterior gestión del riesgo corporativo, con la ventaja (respecto a las herramientas tradicionales) de que la prueba electrónica es más rápida de obtener, mucho más objetiva, tiene muchísimo valor probatorio y por el contrario ofrece menos riesgos para la empresa o el cliente final.
Funciones del detective digital
El trabajo de estos expertos digitales no se limita al rastreo de correos electrónicos, sino que abarca cualquier tipo de dispositivo electrónico (móviles, ordenadores, portales, foros y comunidades de Internet, etc.) y cualquier formato de mensaje o documento, incluso los que no han sido guardados ninguna vez en un disco duro... En lo que respecta a los rastros digitales es muy importante que las cadenas de custodia de la información se mantengan, y asegurar la información para no se altere nada del medio tecnológico original; o lo que es lo mismo: que también la parte investigada pueda defenderse. Por eso, con frecuencia realizan su tarea en presencia de notarios, lo que garantiza que la totalidad de la información que se recupere podrá luego ser utilizada efectivamente en un tribunal. La investigación informático-forense posterior requiere de métodos y herramientas de última generación, algo que obliga a estas agencias a hacer un fuerte esfuerzo económico en estar a la última de las últimas tecnologías de espionaje y análisis digital.
Gran parte del trabajo de las agencias de detectives informáticos, en la línea de las tareas tradicionales, es la entrega a sus clientes de informes periciales válidos para procesos judiciales. Las llamadas "pruebas digitales" que sirvan en un futuro proceso judicial para poder probar los delitos cometidos en una empresa son el gran punto fuerte que mueve a muchos clientes potenciales a contratar a una agencia de detectives especializada en investigación digital. Los principales bufetes de abogados están contando cada vez más con este tipo de argumentos proporcionados con detectives para potenciar sus estrategias profesionales.
Estos abogados y expertos jurídicos utilizan los servicios de detectives digitales para recabar 3 tipos de información: elementos probatorios de hechos electrónicos, elementos probatorios en formato electrónico de hechos del “mundo real”, y elementos probatorios en formato electrónico de hechos electrónicos. Las pruebas electrónicas son muy importantes en los juicios en que hayan intervenido medios electrónicos. Hoy día es habitual para una empresa o bufete de abogados contratar los servicios de análisis forense de medios digitales para reconstruir la cadena de acontecimientos ante un hecho ilegal.
Marco jurídico
En relación a los aspectos jurídicos de las pruebas digitales, la Dirección General de Justicia de la Comisión Europea ha encargado un estudio sobre la admisibilidad de pruebas electrónicas en los procesos de fraude empresarial, ya que la prueba electrónica sigue siendo un instrumento desconocido para la mayoría de jueces, fiscales y abogados. El estudio encargado a un grupo de expertos pretende iniciar el camino para desarrollar una legislación uniforme y concreta, evitando contradicciones jurisprudenciales ante casos muy similares. La principal dificultad radica en que no existen apenas referentes legislativos, y la admisibilidad de estas pruebas ante los tribunales se efectúa de una manera distinta en cada Estado de la UE. De hecho, la validez de documentos electrónicos como pruebas documentales en un juicio está plenamente prevista por la legislación española, y la jurisprudencia ha reconocido la importancia de la conservación digital de las pruebas a efectos probatorios. Eso sí, para ser elementos probatorios en un proceso judicial los documentos digitales deben guardar relación directa con el hecho investigado, deben ser comprensibles para todas las partes, y deben ser admitidos por el juez.
Cada vez más, la actividad de los detectives privados en nuestro país incrementa su efectividad, rapidez y productividad confiando parte de las pesquisas a la investigación digital, en detrimento, por ejemplo, de largas esperas a la puerta del domicilio de la persona investigada o de los (en demasiadas ocasiones) infructuosos seguimientos.