Por este motivo se precisa de una figura indispensable, el perito judicial, que gracias a su experiencia y a su exhaustivo análisis sobre la escena en la que se ha desarrollado el hecho denunciado en la demanda puede aportarle al juez la información suficiente para que éste acepte o no la petición. Saber qué tipo de funciones son las que realiza este experto informador de la justicia es indispensable para conocer de primera mano en qué tipo de contextos podemos recurrir a sus servicios.
A grandes rasgos, el perito judicial o también llamado perito forense constituye una importante figura profesional del mundo de los tribunales, ya que gracias a su especialización en ciertos temas concretos puede aportar informaciones y opiniones fundadas sobre las partes más controvertidas de un dictamen.
Además de ejecutar todo tipo de técnicas científicas para recolectar y asegurar las pruebas obtenidas, el perito judicial debe encargarse de preservar dichas informaciones manteniendo si es preciso una cadena de custodia. En este sentido, existen dos tipos de demandantes que pueden solicitar el servicio de un perito judicial: el particular interesado en el dictamen y el propio juez.
De esta procedencia surgen los dos principales perfiles de dicha figura profesional, que puede actuar como Perito de Parte, aportando pruebas para la propia defensa del implicado de manera privada, o por Designación Judicial, convirtiéndose en técnico imparcial que inspecciona y da su opinión sobre el litigio en cuestión. En cualquier caso, es el juez el que tiene la última palabra sobre las pruebas aportadas, decidiendo si cuentan con la veracidad suficiente como para ser aprobadas como válidas.
En primer lugar, es fundamental que bajo cualquier circunstancia se encargue únicamente de analizar los problemas que detalla el juez en su solicitud, comprobando con exactitud los daños específicos marcados por la demanda. Su trabajo debe ser meticuloso y organizado, ya que cualquier detalle puede revelar la verdad sobre lo que realmente ha acaecido dentro o fuera del lugar a estudiar. La imparcialidad del trabajo debe reinar en cualquier punto de la investigación, ya que de esta forma podrá garantizarse una resolución fehaciente y válida para ser admitida.