Las redes sociales son, cada vez más, herramientas fundamentales de comunicación para millones de personas. Y, además, pueden ser un fiel reflejo de las vidas de quienes participan en ellas. Por esta razón se han convertido, poco a poco, en un elemento más, y muy importante, a tener en cuenta en cualquier investigación que realice un detective privado.
La policía del Reino Unido ha puesto en marcha una formación específica en la que los estudiantes para detective deben aprender a controlar Facebook y Twitter para obtener datos personales e información que les permita seguir el rastro de todo tipo de delincuentes y criminales. Además, esta instrucción se completa con información que alude a los casos concretos de acoso en redes sociales (cyberbulling).
El objetivo de esta formación es que también se pueda emplear, y se emplee, para resolver todo tipo de delitos y casos que no necesariamente acontezcan en la red, gracias a la gran variedad de seguimientos y procedimientos que se pueden realizar.
Por ejemplo, cabe destacar el caso de un joven de 17 años en el norte de Londres, que fue asesinado en 2010, y a cuyo Facebook acudieron los detectives para revisar tanto la información como los mensajes que se publicaron antes y después de su fallecimiento.
Las redes sociales también han facilitado el trabajo de los detectives privados en las resoluciones de los casos de infidelidad. Un procedimiento que se puede emplear en estas circunstancias es la creación de un perfil ficticio y solicitar amistad a la persona investigada para acceder directamente a su información personal. Esta información puede consistir en un conjunto de datos o fotos directamente muy reveladores o que, simplemente, se puedan tomar como punto de partida para continuar una investigación.
Igualmente se puede emplear para detectar posibles estafas. Tal y como afirma Juan Carlos Calvo ex-presidente de la Asociación de Peritos de Castilla y León (Apcas) a través de la Asociación Profesional de Detectives Privados de España (APDPE), se puede acudir a «las redes sociales como Facebook o Twitter para comprobar si los presuntos estafadores cuelgan fotos o alardean de sus actuaciones».