Este tipo de actuaciones han sido bautizadas bajo el nombre de informes pre-matrimoniales, un apelativo detrás del que se esconde la necesidad de saber si la persona con la que queremos compartir el resto de nuestro tiempo y espacio nos miente y nos engaña. Si bien los aspectos económicos suelen estar al pie del cañón en este tipo de indagaciones, también las infidelidades o las antiguas relaciones pueden ser el origen de este extenso estudio.
Qué tipo de relación mantenía con su antigua pareja, cuál es su verdadera situación laboral y económica o qué motivos interesados podrían empujarle a contraer matrimonio con la otra parte constituyen los principales ejes de actuación. Sobre todo si, alrededor del enlace nupcial, existen grandes fortunas de dinero o extensas herencias que podrían alejar al amor y a la pasión de los fundamentos por los que se contrae matrimonio. En función de las dudas que presente el individuo, relativas a anteriores infidelidades, a matrimonios ocultos, a posibles delitos penales o incluso a la sospecha de mentiras relacionadas con adicciones, el informe pre-matrimonial seguirá uno u otro curso. Todo un estudio personalizado y ejecutado al detalle para resolver dudas, desconfianzas e incertidumbres antes de que sea demasiado tarde.
Lejos de las motivaciones económicas, una de las principales causas que empujan al individuo a solicitar este tipo de pruebas específicas es la necesidad de conocer en su totalidad la conducta de la persona con la que se pretende iniciar convivencia. El descubrimiento de actitudes extrañas, de nuevos hábitos o de comportamientos atípicos pueden ser razón suficiente para poner en marcha la investigación. No se trata en todos los casos de una muestra de escepticismo en relación con la pareja, sino que en muchas ocasiones es necesario conocer con exactitud si la otra persona responde a las expectativas de lealtad, honradez y confianza que hemos posado sobre ella.