Tomando como referencia el olfato de los perros –los auténticos expertos en detectar rastros fiables guiándose por olores completamente imperceptibles para el ser humano-, un equipo de científicos israelíes del Instituto Tejnión de Haifa están trabajando para crear una "nariz electrónica".
¿Su finalidad? Conseguir detectar las características aromáticas concretas de los seres humanos y poder aplicarlo tanto científicamente como en trabajos de localización e identificación de diferentes tipos de delincuentes.
La investigación que están realizando se basa en determinar los rasgos característicos y completamente intransferibles que posee y desprende cada individuo y que, tal y como ha indicado el director de Ciencias Exactas y Tecnología del Ministerio del Interior de Israel, Tzvika Kanfer, son "como una huella digital que todos tenemos".
Para ello, están empleando sensores químicos microscópicos y muy potentes gracias a los que buscan determinar si puede establecerse un vínculo concluyente que pueda ser empleado como prueba en un tribunal.
Según explican, la dificultad real se encuentra en identificar y sintentizar correctamente esos patrones identificativos ya que, a lo largo del día, se mezclan con todo tipo de elementos ambientales que pueden crear una gran confusión –perfumes, humos, olores de comidas y todo tipo de agentes químicos-.
Se busca poder darle un posible uso policial –si supera con éxito el 50% de las pruebas de identificación a las que se le debe someter- para recoger lo que denominan "huellas aromáticas" que podrían encontrarse, por ejemplo, en el escenario de un crimen, y que se podrían comparar con las que se disponga en una base de datos de posibles sospechosos.
De esta forma, no sería necesaria la presencia de un testigo en las ruedas de reconocimiento, sino simplemente contar con los patrones olfativos previamente que, además, al ser únicos para cada ser humano, podrían funcionar como pruebas incriminatorias.
El mecanismo se quiere emplear también para detectar determinados tipos de enfermedades puesto que busca demostrar que el "patrón aromático" de una persona sana es diferente al que emite una persona enferma.