El miedo a las malas notas, al consumo de drogas o alcohol y a las compañías poco recomendables lleva a muchos padres a contactar con agencias de detectives privados para que realicen un seguimiento de sus hijos. El objetivo es controlar y poder corregir a tiempo -en caso de que sea necesario- el comportamiento poco adecuado de los jóvenes.
Gran parte del volumen de trabajo de los detectives privados se debe, además de a cónyuges desconfiados o jefes curiosos, a padres que tienen miedo de que sus hijos se metan en líos o vayan por el mal camino.
Ante ciertos síntomas como el descenso del rendimiento académico o el exceso de tiempo fuera de casa, se despiertan las peores sospechas de los progenitores que temen que el comportamiento de los jóvenes no sea el más recomendable. Los padres no cuentan cuando se trata de conocer los hábitos de sus hijos -ya sea durante el día o la noche-, descubrir los lugares que frecuentan, saber con quién se mueven y si consumen drogas.
Los detectives privados, pues, son contratados para hacer el seguimiento de jóvenes, algo que no es tarea fácil. Motocicletas y coches son los principales medios de transporte de los adolescentes y no suelen pasar mucho tiempo en un mismo lugar. Además, cuando se produce más demanda de este servicio suele ser en verano y otras época de vacaciones, momento en el cual los jóvenes tienen mucho tiempo libre para realizar todo tipo de actividades en infinidad de lugares diferentes.
La demanda de este tipo de vigilancia por parte de los padres ha aumentado en los últimos años. Pero este no es el único cambio que se ha producido en el servicio de seguimiento de jóvenes y es que, últimamente, se han incrementado los casos de progenitores que piden servicio de seguimiento para menores de hasta sólo 11 años de edad.