Ni pueden ofrecerse servicios similares bajo distintivos idénticos ni deben emplearse etiquetas amañadas para embalar o empaquetar productos ya registrados. En el año 2011 fueron incautados en España casi un total de 9 millones de objetos falsificados. Juguetes, zapatos, bolsos, relojes o productos cosméticos que no dejan de convertir el mercado en un escenario del todo adulterado.
Se trata de un delito en el que se reproducen marcas conocidas o simplemente ya registradas de manera idéntica, de tal forma que el artículo plagiado no puede distinguirse de su copia y resulta imposible, al menos a simple vista, diferenciar ambos productos. Se copian detalles particulares que impiden distinguir un servicio del otro, hecho que da lugar a la consecución de la violación de la ley. Mientras que en la falsificación de marcas es indispensable que se lleve a cabo una reproducción idéntica del objeto en cuestión o que éste no pueda ser diferenciado en sus elementos esenciales, en las infracciones dirigidas hacia los derechos de propiedad industrial el argumento implícito en la falta varía. En estos casos, cualquier uso de una marca semejante para distinguir productos o servicios idénticos es motivo suficiente para infringir delito, del mismo modo que la asociación de servicios a marcas ya registradas puede ser símbolo de quebrantamiento.
La clave para encontrar la diferencia entre ambos conceptos reside siempre en el grado de reproducción. Mientras que la falsificación oculta por todos los medios que el consumidor advierta que está ante un producto plagiado, en el caso de la imitación sólo se copian algunos de los elementos característicos del artículo a vender. De este modo, lo que se pretende es desorientar al comprador, aunque en la mayor parte de los casos éste es consciente de que se encuentra ante un artículo cuya marca ha sido falsificada.
Componentes electrónicos, medicamentos e incluso juguetes para niños. Son los nuevos y más recientes destinos de la falsificación de marcas. Sin embargo, su venta fraudulenta puede convertirse en un gran peligro para la salud pública, ya que, como ocurre en el caso de los objetos con los que se entretienen los más pequeños, éstos pueden estar construidos a base de piezas que no han sido sometidas a ningún control previo de calidad.