Uno de los trances más preocupantes que puede vivir un progenitor es la desaparición de un hijo. Aunque la inmensa mayoría de los casos de desaparición de menores se trata de fugas voluntarias, que regresan arrepentidos al domicilio familiar tras un breve lapso de tiempo, nada puede mitigar la angustia que se vive en estos momentos, salvo la certeza de que se lleva a cabo una buena investigación y que el rastreo está dando resultados.
Sin embargo, los profesionales expertos en fugas de menores alertan de una tendencia en alza. Y es que internet ha cambiado los ámbitos de relación de los jóvenes, de manera que la toma de contacto con una persona que pueda hacerles daño ya no se suele efectuar en la calle los espacios habituales de esparcimiento, sino a través de la red. Esto dificulta mucho el rastreo posterior de la relación, por lo que se aconseja a los padres que no descuiden el control cotidiano sobre sus hijos, antes de que pudiera darse una situación peligrosa o una fuga.
Por supuesto, cualquier desaparición de un menor de edad sera investigada por las autoridades competentes, sin embargo, la contratación de un detective privado tiene incontestables ventajas, ya que ambas pesquisas se complementan, de manera que no quede ningún cabo suelto. Por otra parte, es muy habitual que las personas que puedan saber algo del paradero del desaparecido, como sus amigos y compañeros de estudio, sientan recelos o miedo a la hora de declarar ante la policía, no siendo así cuando el interlocutor es un profesional privado que garantiza total confianza y confidencialidad.
De esta manera, la colaboración entre el detective privado y las Fuerzas de Seguridad del estado suele traducirse en una pronta resolución del caso, evitando posibles situaciones de riesgo para el menor, con la consiguiente tranquilidad de la familia.
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